Mi puntuación como fan del cine (no experto crítico):
☆☆☆☆ — Perfecta — 10/10 — No te la pierdas.
A veces, una película se te queda grabada no solo por lo que ves en pantalla, sino por con quién la compartes. Dead Silence (traducida en Hispanoamérica como El Títere), la vi en su momento en el cine... y fue una de las últimas películas que vi con mi madre en una sala. Después de eso, ella, una cinefila desde su juventud en los 70s, decidió que el cine ya no era para ella, que prefería ver las películas en la tranquilidad del hogar, ya fuera en DVD o streaming. Pero yo guardo ese recuerdo con cariño y con una sensación de terror elegante que Dead Silence supo dejarme. Un día, quiero volver al cine con ella. Y tal vez, aunque suene raro, El Títere es la excusa perfecta para recordar ese momento juntos.
Esta película de 2007 fue una colaboración entre James Wan en la dirección y Leigh Whannell en el guion —sí, el mismo dúo detrás de Saw y, más adelante, de The Conjuring— pero aquí se alejaron del gore para sumergirse de lleno en el horror gótico y sobrenatural. El resultado es una obra que, para mí, es perfecta dentro del subgénero de terror paranormal.
La historia gira en torno a Jamie Ashen (interpretado por Ryan Kwanten), quien regresa a su pueblo natal tras el asesinato inexplicable de su esposa. Lo único que queda en la escena del crimen es un títere ventrílocuo misterioso. Lo que sigue es una pesadilla que conecta con la leyenda local de Mary Shaw, una ventrílocua que fue asesinada por una turba enfurecida… y que juró venganza más allá de la muerte. Y la cumple.
Dead Silence es todo atmósfera: el uso del silencio como recurso narrativo y de tensión es brillante. Wan demuestra un control absoluto del ritmo, creando momentos que se estiran con un suspenso incómodo, hasta que el susto te golpea con fuerza. El diseño de sonido es una parte vital del terror aquí: hay algo profundamente perturbador en los pasajes donde todo se queda en absoluto silencio, como si el mundo contuviera la respiración antes del horror.
Visualmente, la película es oscura, casi teatral. Los colores fríos, los escenarios antiguos, el uso de la niebla y los títeres gastados dan la sensación de estar viendo un cuento de terror de los de antes, pero con una ejecución moderna. La banda sonora compuesta por Charlie Clouser (también responsable del icónico tema de Saw) es inquietante, pero nunca exagerada.
Y luego está ese giro final. Qué giro. Uno de esos finales que te dejan congelado, que recontextualizan todo lo que viste durante hora y media. No lo vi venir ni por un segundo. Es elegante, trágico, aterrador y absolutamente inolvidable. Ese cierre me dejó con la boca abierta, y más de quince años después, sigue siendo uno de mis finales favoritos en el cine de terror.
Aunque Dead Silence no fue un éxito en taquilla en su momento, y pasó algo desapercibida en comparación con otros trabajos de Wan, hoy tiene el estatus de obra de culto. Es una película que demuestra que el terror no necesita litros de sangre para ser efectivo: basta con un títere, una leyenda, una atmósfera... y mucho, mucho silencio.

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