Mi puntuación como fan del cine (no experto crítico):
☆☆☆1/2 — Muy buena — 9/10 — Definitivamente digna de ver.
Esta fue una de las primeras películas que vi en cine cuando ya había regresado a El Salvador, siendo ya un veinteañero, sintiéndome extranjero en mi propia tierra — criado en otro país centroamericano más cosmopolita, bastante distinto. Desde Panamá traía la expectativa alta: el marketing era impresionante, escalofriante, esa campaña de rumores, carteles, la web, testimonios de que lo que verías podría ser real… algo raro para la época.
Mi amiga Jeannette de Panamá — a quien ya he mencionado algunas veces en este blog — me decía por cartas escritas a mano que, cuando ella vio ...Blair Witch..., la sala quedó en silencio al final; que no hubo murmuros, nadie hablaba al salir, como si todos estuvieran procesando algo que los había movido por dentro.
Yo, por mi parte, la película no me pareció verdaderamente terrorífica en su mayor parte. Sí, es más suspenso que horror puro, con momentos de tensión bien logrados, pero también con ratos que se sienten lentos, algo melodramáticos, casi superficiales. No obstante, es una película muy buena, aunque no la calificaría de excelente. El final, aunque muy original, me dejó con cierto vacío por su falta de explicación clara de lo sobrenatural.
Pero luego, llegó lo que jamás olvido: esa noche, al dormirme en mi cuarto, justo a la medianoche o cerca, me desperté oyendo los mismos ruidos de piedrecitas que en la película la Bruja hace, al comenzar a acechar a sus víctimas. Piedrecitas golpeando algo, tal vez la pared, quizá el suelo fuera… fueron momentos sutiles, pero reales para mí. Que horror. Claro, pudo ser una coincidencia o que me sugestione, pero siendo honesto, NO quería pensar que era algo paranormal — no porque no crea, sino porque imaginarlo fue simplemente horrible. Fue la única película de terror que de adulto me ha aterrorizado de esa forma. No fue pesadilla, sino algo que viví despierto.
Dirigida por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez. Esta pelicula fue concebida con un presupuesto bajísimo — unos US$60,000 aproximadamente — y filmada con cámaras portátiles, movimientos reales, clima cambiante, poca preparación, para lograr ese estilo de metraje encontrado (“found footage”) que quiere hacerte dudar entre lo real y lo ficticio.
A pesar de su bajo costo, The Blair Witch Project fue un enorme éxito comercial: recaudó cerca de US$248.6 millones en todo el mundo. En EE.UU. ganó alrededor de US$140.5 millones, y fuera otros US$108 millones.
La recepción crítica fue mayormente positiva: tiene un 86‑87% de críticas favorables en Rotten Tomatoes, con elogios por su atmósfera, la sugestión más que lo explícito, el efecto de lo desconocido.
Y para mí:
Lo que merece aplausos:
La atmósfera: bosques oscuros, sonidos sin identificar, pasos que no sabes si vienen, voces lejanas, gritos a lo lejos… todo ello construye una tensión lenta, que calienta el miedo más que los efectos.
Marketing y expectativa: pocas películas me han hecho creer tanto en algo que parecía mezcla de documental, leyenda urbana y experimento; ese aire de “¿y si fuera real?” pesa mucho.
Final original: aunque no da todas las respuestas, esa ambigüedad, esa sensación de abandono, de que quizá nunca sabremos qué pasó con los personajes, eso se queda.
Lo que me dejó con ganas de más:
Ritmo desigual: hay momentos en los que parece que avanzas en círculos (justo como los personajes), escuchas los mismos susurros o pasos una y otra vez, y la paciencia se pone a prueba.
Conexión emocional limitada con los personajes: como que no los conocemos lo suficiente para sufrir todos sus miedos al máximo.
Explicaciones sobrenaturales ausentes, lo cual puede ser virtud o defecto: para mí fue defecto, porque quería sentir más que dudar; quería que algo de lo sobrenatural se mostrara o al menos se sugiriera con más fuerza.
A pesar de todo, The Blair Witch Project es más que solo “muy buena”: tiene algo que se mete bajo la piel, en la mente, en los ruidos en la pared, en el silencio después de ver la pantalla en negro. No es mi película de terror favorita, ni la más contundente en sustos, pero sí una de las más originales que he visto. Esa experiencia personal — regresar, ver el cine, sentirme extranjero, anticipar algo gigante, y luego llevar algo tan simple como un ruido en la pared que me paraliza — hace que esta película sea especial para mí.
Fue el filme que me hizo darme cuenta de que el cine de terror puede ser silencioso, puede usar lo que no se ve, lo que se imagina, lo que se escucha — y que hasta un presupuesto mínimo puede generar sustos posteriores y huellas en el alma y la mente.

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