Mi puntuación como fan del cine (no experto crítico):
☆☆☆ — Buena — 8/10 — Digna de ver.
¿Una comedia de terror? ¿Un vampiro seductor? Sí, Fright Night (1985) es una de esas películas que me atrapó siendo adolescente: fue quizá la primera del subgénero terror-comedia que vi, donde las risas y los sustos tienen el mismo peso, y donde además el héroe se ve bien… y el villano te hace pensar en dejarle flores, literal.
Desde el principio, con Charley Brewster (William Ragsdale) viendo la llegada del nuevo vecino —ese Jerry Dandridge interpretado por Chris Sarandon— ya hay algo magnético. Sarandon como vampiro no solo tiene presencia, tiene elegancia, tiene malicia juguetona, tiene mirada penetrante… y sí, lo admito: me lo encontré atractivo, en ese estilo peligroso de hombre que vive al otro lado de la ventana y que podría ser completamente guapo si no fuera vampiro. El héroe, Charley, no es un musculoso invencible; es un muchacho normal, fanático del cine de terror (como yo lo fui... y aún lo soy), con sus dudas, su valor que brota poco a poco, su torpeza, su vulnerabilidad… lo cual lo hace más creíble, más cercano, y sí, también más guapo en su forma de enfrentarse al mal sabiendo que podría perder.
Técnicamente Fright Night maneja con mucha soltura el equilibrio entre comedia y terror. Dirigida por Tom Holland en su debut, la película juega con la atmósfera de vecindario oscuro, el suspenso de lo que no se ve, los efectos prácticos de vampiro, los momentos de tensión —cuando Jerry aparece o amenaza o seduce— y luego los respiros de humor, con Charley, con su amigo “Evil” Ed Thompson (Stephen Geoffreys), con el presentador de horror en TV, Peter Vincent (Roddy McDowall), quien tiene ese aire cínico/bohemio, ya algo gastado, pero con chispa.
En cuanto a taquilla, Fright Night lo hizo bastante bien para lo que era el cine de terror/comedia de los 80s: con un presupuesto estimado de US$7‑9 millones, recaudó cerca de US$24.9 millones en EE. UU. en su lanzamiento. No fue un blockbuster de muchos millones, pero sí un éxito claro, sobre todo por lo diferente que era: terror amable, risas medianamente oscuras, vampiros de traje elegante, suspenso en la puerta de al lado.
Lo que hace a Fright Night muy entretenida y sorprendente es esa mezcla: no te permite relajarte completamente, porque sabes que hay vampiros, muertes, sangre, mordiscos, pero tampoco te tiene con el susto todo el tiempo. Hay humor que muchas veces aligera la tensión, pero cuando llega lo serio lo hace funcionar de verdad. Esa combinación fue (y sigue siendo) de las mejores que he visto.
Vi la otra vez el remake con Colin Farrell (como el vampiro) y, sí, tiene cosas buenas: efectos más modernos, un ritmo actualizado, actuaciones más pulidas visualmente, posibilidades que en los 80s no existían. Pero para mí, el original se roba algo que el remake no termina de igualar:
En el original, Chris Sarandon como vampiro tiene esa seducción oscura + elegancia + maldad juguetona que lo vuelve inolvidable, y el héroe Charley (Ragsdale) con su valentía imperfecta lo hace muy querible.
En el remake, aunque Colin Farrell es impresionante en presencia y atractivo en su propio estilo, parece que él como villano se roba tanto la película (el vampiro) que el héroe queda un poco en segundo plano emocionalmente, o al menos no me llegó igual que esa mezcla de miedo+empatía+risa que lograba el original.
También siento que en la versión de los 80s hay más encanto en los efectos prácticos, en la música, en la atmósfera de película de medianoche, de VHS, de cine de barrio, que en el remake, que aunque moderno pierde algo de esa textura nostálgica.
Frifht Night me pareció buena, no demasiado buena, pero poco mas que simplemente buena porque cumple con lo que promete: vampiros, humor, susto, héroe atractivo, villano aún más atractivo, escenas memorables, tensión bien medida. No es perfecta porque algunos diálogos se sienten simplones, algunas escenas de transición lentas, ciertos efectos exagerados o sobreactuaciones que ya se sienten cliché, pero —y es un pero de admirador— esos defectos forman parte de su encanto.
Ohhh, y el final tiene fuerza, no es solo la victoria del héroe, sino el enfrentamiento, el duelo, la revelación, la ambigüedad de lo que significa creer en lo sobrenatural cuando el mundo te dice lo contrario. La pelicula también es un sencillo y genial homenaje a esos shows de antaño de Estados Unidos donde un presentador o presentadora peculiar y sexy, como Vampira y Elvira -50s y 80s respectivamente- presentaban una pelicula de terror en la noche. ¡Súper!





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