Mi puntuación como fan del cine (no experto crítico):
☆☆☆1/2 — Muy buena — 9/10 — Definitivamente digna de ver.
Cuando se habla de la saga Friday The 13th / Viernes 13, la mayoría se queda con las primeras entregas —y con justa razón— por su tono serio, rural y casi artesanal, especialmente en las tres primeras películas. Sin embargo, a medida que la franquicia avanzaba, fue inevitable que el tono se tornara más excéntrico, autorreferencial y hasta absurdamente creativo. Y en ese contexto, Jason X es, por decirlo sin rodeos, una joya incomprendida del slasher espacial.
Esta décima entrega (la "X" en el título no solo alude al número romano, indicando que es la parte número 10, sino que también juega con la estética sci-fi del cine B de los 80) se lanza a lo grande: nada menos que enviar a Jason Voorhees al espacio, tras siglos en animación suspendida. ¿Ridículo? Absolutamente. ¿Divertido? Más de lo que muchos quieren admitir.
Estrenada en 2001, la película fue dirigida por James Isaac, colaborador cercano de David Cronenberg (quien incluso tiene un cameo al principio, como un científico que subestima a Jason... mala idea). La historia se sitúa en el año 2455, en una nave espacial tripulada por estudiantes y soldados que descubren el cuerpo congelado del infame asesino. Bastan unos minutos para que el caos se desate: Jason revive, toma su machete y comienza a despachar víctimas con una eficiencia casi artística.
Lo interesante de Jason X es que, aunque no se toma demasiado en serio, nunca cae del todo en la comedia burda. Tiene un tono lúdico, autoconsciente, pero respeta las reglas del slasher: hay gore (muy bien logrado en algunas escenas, como la famosa muerte por nitrógeno líquido), sustos, personajes arquetípicos y hasta una versión “upgradeada” de Jason llamada Uber Jason, que es un delirio biomecánico salido de un cómic o novela pulp fiction.
La dirección es efectiva, el ritmo no decae y aunque el desarrollo de personajes es mínimo —al fin y al cabo, estamos aquí por Jason, no por los dramas humanos—, el elenco logra mantener la atención con carisma y suficiente entrega. Todo es puro entretenimiento de serie B, pero con una producción que, pese a su bajo presupuesto de 11 millones de dólares, luce mejor de lo esperado gracias a efectos prácticos mezclados con CGI primitivo pero simpático.
La película no fue un éxito en taquilla (recaudó apenas 17 millones en todo el mundo), pero con los años ha cultivado un estatus de culto. Es más, muchos fans hoy la prefieren por encima de algunas secuelas más “serias” pero menos memorables. Y ese final, con la pareja romántica observando una estrella fugaz que en realidad es Jason cayendo del cielo hacia un nuevo lago cristalino, es una broma redonda: el ciclo se repetirá, sin importar la época, el lugar o la lógica.
Jason X no es una gran película en términos clásicos, pero sí es una gran experiencia para quienes entendemos el lenguaje del terror que se ríe de sí mismo sin volverse tonto. Es como una historieta pulp fiction que cobra vida, un tributo al slasher que se atreve a mirar las estrellas… con machete en mano.



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